¿Cómo se define la calidad
del aire?
La
calidad del aire es una forma de medir las
condiciones del aire en espacios interiores.
El dióxido de carbono
es una magnitud
objetiva para determinar la calidad del
aire. El ser humano respira este gas
incoloro e inodoro que se muestra más activo
en proporción directa con la edad y la
corpulencia. La concentración de
dióxido de carbono al aire libre oscila
entre
360 ppm (parts per million)
en áreas de aire limpio y
700 ppm en las
ciudades. El valor máximo recomendado para
los interiores es de 1.000 ppm y el valor
límite para oficinas es de 1.500 ppm. Hay
que tener mucha precaución ya que este valor
límite se alcanza con cierta facilidad. Por
ejemplo, en una oficina de 25 metros
cuadrados en la que trabajan cuatro adultos
y que ha sido recién ventilada, la
concentración de
dióxido de carbono asciende a 2.000 ppm una
hora después de haber cerrado las ventanas
aislantes.
¿Por qué es tan importante la calidad del
aire?
La calidad
del aire repercute en el bienestar de los
trabajadores de una oficina. El dióxido de
carbono sólo es perjudicial a partir de una
concentración de un 5 % del volumen (que son
50.000 ppm), no obstante a partir de
concentraciones mucho menores (a
partir de valores entre
800 y 2.000 ppm)
se pueden producir molestias diversas, como
dolor de cabeza, cansancio, pérdidas de
concentración y bajo rendimiento. El
trabajador se siente sobrecargado no sólo
por el propio trabajo, sino también por una
mala calidad del aire de la oficina. De
forma paralela al contenido de dióxido de
carbono aumenta también la concentración de
un amplio número de sustancias, por un lado
son sustancias originadas por el ser humano
como los olores, pero por otro lado pueden
venir de las emisiones de la sala y del
mobiliario, como los formaldehídos, el
bifenol policlorado, los productos de
limpieza y los disolventes. Estas sustancias
pueden ser perjudiciales para la salud
(síndrome o enfermedad de los edificios "sick
building"), pero es más difícil determinar
su concentración si comparamos con la de
CO2.
¿Cómo se puede mejorar en un
espacio cerrado?
Simplemente ventilando de forma correcta.
En la práctica esto es a veces difícil de
realizar, puesto que:
1.) Cada persona percibe la
calidad del aire en un espacio cerrado de
forma subjetivamente
diferente. Las personas que entran en una
sala llena normalmente valoran mucho peor la
calidad del aire que las personas que se
encuentran allí desde hace rato
(el efecto
de la habituación).
2.) En invierno tiene un peso
fundamental el ahorro energético en
calefacción, sobre todo
teniendo en cuenta los altos precios que el
gas y el gasóleo de calefacción han
alcanzado en la actualidad.
El aire „espeso"
no ayuda a mejorar la
capacidad de rendimiento.
3.) Debido a las mejoras
realizadas en los edificios, en los últimos
treinta años ha disminuido de forma continua
la ventilación „natural"
provocada por grietas y
fugas. No somos
conscientes de que hoy en día debemos
ventilar más que antes para obtener unas
condiciones constantes en el interior.
¿Cómo se debe
realizar la
ventilación?
Abriendo y cerrando las
ventanas dependiendo del contenido en dióxido
de carbono. Así se garantizan unas buenas
condiciones ambiente constantes y no se gasta
energía de forma innecesaria. Como el ser
humano no puede percibir el dióxido de carbono
con los sentidos
debe utilizar
un aparato para poder detectarlo, como nuestro
controlador de la calidad del aire.
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